En el noroeste de la Argentina, la región andina abarca la Quebrada de Humahuaca, los Valles Calchaquíes y la Puna Salto-Jujeña, con profundos valles y altiplanicies de hasta 4000 m y cumbres que llegan a los 7000 m. Habitan allí diferentes pueblos herederos de la antigua tradición andina de los pastores y agricultores prehispánicos, y aunque muchas de sus técnicas se han perdido o transformado, el pastoreo sigue siendo una forma de producción viable y adecuada para ciertas regiones áridas y semiáridas, como son las tierras altas de los Andes.

A su vez, se trata de una actividad que está asociada con determinadas formas de vida, relaciones entre las personas y los animales, percepciones y construcciones particulares de la naturaleza, y ciertas lógicas de comprensión del mundo.
La cosmovisión andina es la visión del cuidado de la naturaleza, del cosmos-vivo (Pachamama) y de la relación sagrada entre el ser humano y la Madre Tierra. También es la visión del comunitarismo andino basado en la reciprocidad (Ayni) y el cuidado de las relaciones humanas, del vivir en comunidad (Ayllu) del amor y respeto a los seres vivos, a los niños y ancianos, a los árboles, las montañas, los ríos y el universo entero.
Cada agosto, antes de comenzar el ciclo agrícola, los pueblos andinos abren un pozo, una boca en la tierra y le convidan los mejores alimentos que obtuvieron a través de las cosechas. La ceremonia de la Pachamama refleja una reverencia a la tierra como madre, como creadora de las personas, como un ser, una entidad con la que nos une el afecto y a la cual debemos cuidado y agradecimiento.
Desde hace siglos vienen trabajando de manera ecológica. Cuidan el planeta utilizando los materiales propios que después vuelven a la tierra, sin generar desperdicios. Esquilan manualmente a sus animales y acopian la fibra, que luego es clasificada y descerdada para ser teñida con productos naturales, y finalmente hilada a mano y tejida en el telar.